domingo, 17 de agosto de 2025

A Santi Abascal, también le gusta la fruta...y más.

 

En Madrid, una  calle cualquiera y hace unos años,  se alzaban, pared con pared, las sedes del PP y de Vox. Entre ambas había un muro compartido muy fino, muy parecido a lo que se llama "piel con piel". 

Aquella mañana, Madrid amaneció con un bullicio especial: las hordas sanchistas, que habían sido convocadas por washapp, llegaban por todos los lados, con pancartas que decían:

 ¡España no se vende, ni se rompe!, ¡Emigrantes y amnistía si!, ¡Más vivienda, menos ferias!, ¡Quiron NO, sanidad pública SI!...  

Con los sanchistas, se mezclaban varios miles de personas llegadas de otras Comunidades. Cientos de etarras, armados con pistolas de agua (las pistolas de verdad las habían abandonado en 2011); miles de putas, con tacones de 20 centímetros que agitaban abanicos multicolores (que les habían sobrado del Día del Orgullo), daban sombra a los maricones y a las personas TRANS, que ondeaban sus banderas multicolores; los independentistas catalanes se unieron a la fiesta tocando y bailando sardanas, mientras los gallegos, algo más discretos, repartían empanadas de zamburiñas.

El HuffPost

La multitud, cada vez más animada, empezó a improvisar algunas consignas:

—¡Ayuso al chiringuito! ¡Abascal a la verbena! ¡Feijóo a Galicia a mariscar! ¡Queremos cañas gratis! ¡Vosotros sois la mafia!

La muchedumbre rugía como un solo monstruo con mil gargantas y las consignas fueron subiendo poco a poco de tono:

—¡Abascal te gusta la fruta! ¡Abascal te gusta la fruta!...
—¡Isabel dimisión!, ¡Amador defraudador a prisión¡
—¡Alberto vete ya!, ¡Narcos NO! 
 
De repente aparecieron en escena, 7.291 almas que habían conseguido escapar de los calabozos de La Puerta del Sol; cuadrillas de marroquíes, congoleños, malienses y senegaleses armados con hoces de cartón piedra fabricadas en Torre Pacheco y Jumilla; por si fuera poco, llegan un par de narcotraficantes con fardos que juraban eran “azúcar moreno de exportación”, y entre la multitud varios obispos bendecían la escena con aspersores de agua bendita… aunque alguno de ellos parecía un poco incómodo.

El Pais

Lo que estaba ocurriendo,  era como un escena mezcla de Los santos inocentes con La verbena de la Paloma escrita por Berlanga.

En la sede del PP, Feijóo se asomó con su habitual gesto de hombre que no sabe si está en un mitin o en una boda, y al escuchar su nombre coreado decidió saludar… pero al ver las caras encendidas, cerró la ventana con la misma rapidez que un gallego cierra la puerta cuando llueve de lado.

En el interior del “muro compartido”, Abascal y Ayuso miraban por las persianas medio cerradas.

—Esto no es una manifestación —dijo Ayuso—. Esto es un botellón apocalíptico.
—Es un desastre… —admitió Abascal—. Pero, si lo grabamos y decimos que es culpa de Sánchez, igual subimos en las encuestas.

Pero la manifa alcanzó su punto álgido cuando aparecieron las "las cestas de fruta". La gente enfervorizada comenzó a gritar:

—¡Isabel, queremos más fruta! Qué rimaba con lo de Abascal.

Cadena Ser

Los obispos, que ya habían agotado el agua bendita, se pusieron a rezar mirando al cielo, pidiendo con fervor que las almas de “esos líderes descarriados” fueran directas al infierno, sin escala en purgatorio.

Mientras tanto, los independentistas catalanes y gallegos sacaron pistolas de fogueo, disparando al aire para dar ambiente de película barata de acción, los vascos aquí, se mantuvieron al margen. Los narcotraficantes se ofrecían a vender pólvora “más auténtica” y las putas comentaban que el show les estaba saliendo gratis, porque seguramente ya tendrían clientela entre los curiosos.

Dentro de las sedes, Ayuso y Abascal observaban desde las ventanas:

—Esto es un ataque coordinado contra la LIBERTAD de todos los madrileños y por lo tanto de todos los españoles. —dijo Ayuso, mientras buscaba su copa de vino a las 10:30 de la mañana.
—No, Isabel —replicó Abascal—. Esto es una oportunidad. Si nos unimos, podemos venderles unas cuantas rosquillas a todos, ofrecerles contratos de miseria para recoger la huerta murciana y acusar a los negros de haber violado a unas cuantas putas... Luego llamamos a la prensa y decimos que todo ha sido culpa del perro Sanchez y del gobierno bolivariano y dictador que nos oprime... 

Y así comenzó la coalición más absurda de la historia reciente.

Y al fondo de la calle, detrás de los visillos de una tienda que vendía ropa religiosa y que tenía todo su género en saldo (no había ventas), una delegación de Abogados Cristianos tomaba buena nota de todo lo que estaba ocurriendo.

No hay comentarios: